Salto siente el impacto de la soledad en Semana Santa

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Salto siente el impacto de la soledad en Semana Santa

La serenidad contrastante de Salto durante Semana Santa, entre calles desiertas y el bullicio moderado de las termas. Foto / Diario Salto Al Día

La tranquila atmósfera de Salto durante Semana Santa refleja un éxodo hacia Argentina por ofertas, mientras las termas de Daymán ofrecen un consuelo parcial.




Martín Carvalho
Por Martín Carvalho
Periodista
En una Semana Santa que dejó a la ciudad de Salto bañada en una quietud poco habitual, las calles desiertas esbozaban la elección de muchos salteños de buscar refugio en la vecina Argentina. Atraídos por precios más accesibles, cruzaron la frontera en busca de una experiencia festiva más económica, dejando tras de sí el latido silencioso de una ciudad en pausa.

Mientras tanto, las termas del Daymán se erigieron como un oasis en medio de este panorama desolador. A pesar de las altas temperaturas, estas aguas termales lograron captar la atención de un público que, aunque reducido, optó por sumergirse en su relajante abrazo. Aquí, familias y visitantes encontraron un respiro, un momento de calma y disfrute en contraste con la inactividad que reinaba en el resto de la ciudad.

Sin embargo, esta pausa en la vida cotidiana de Salto no se tradujo en un auge de actividades recreativas. La ausencia de propuestas de esparcimiento marcó la tónica de la semana, dejando a los turistas que se aventuraron a quedarse con pocas opciones para su entretenimiento. Este vacío de diversión no pasó desapercibido y se convirtió en motivo de descontento para muchos, reflejando una oportunidad perdida para revitalizar el ánimo de la ciudad en una época tradicionalmente festiva.

Termas del Daymán con un movimiento poco inusual en relación con las últimas temporadas. Foto / Diario Salto Al Día 


La Semana Santa en Salto, por tanto, se narró a través de dos realidades divergentes. Por un lado, la huida hacia alternativas más asequibles en Argentina; por otro, el refugio en las cálidas aguas de Daymán como forma de escapar, aunque sea momentáneamente, de la inercia. Este contraste entre la desolación urbana y el parcial alivio termal pintó un cuadro de una ciudad que, atrapada entre la necesidad económica y la búsqueda de descanso, se vio obligada a enfrentar la soledad en uno de sus momentos más significativos del año.

Así, mientras las calles de Salto susurraban historias de ausencias, las termas del Daymán murmuraban promesas de serenidad. Una Semana Santa de contrastes, donde el silencio de la ciudad se convertía en testigo de los desplazamientos y decisiones de sus habitantes, delineando un capítulo más en la crónica de una comunidad que busca balancear sus tradiciones con la realidad económica de su entorno.

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