La otra pandemia: violencia de género y femicidios marcan una tendencia alarmante en Uruguay

Violencia de género: en 2024 las denuncias subieron y el 60% de los homicidios de mujeres ocurrieron en contextos de violencia doméstica.

Datos alarmantes sobre violencia de género y feminidios revelan el impacto persistente de esta problemática en la sociedad.

Las cifras muestran un aumento en las denuncias por violencia doméstica y un alto porcentaje de feminidios sin denuncias previas.


En números: la violencia de género, un problema persistente en Uruguay

Cada cifra en un reporte oculta una historia, una cara y un sufrimiento que superan las cifras. Los últimos datos divulgados por el Ministerio del Interior de Uruguay acerca de la violencia doméstica y de género representan un espejo incómodo que muestra una problemática social de gran urgencia y magnitud. Pero, ¿qué verdaderamente nos revelan estos números y cómo influyen en la vida diaria de quienes los encarnan?

El incremento constante de las reclamaciones.

Entre 2021 y 2024, se ha registrado un aumento alarmante en las denuncias por violencia en el hogar: pasando de 31.831 en 2021 a 35.293 en el año pasado. A pesar de que estos datos muestran un aumento, también pueden ser entendidos como una mayor voluntad de las víctimas para hacer denuncias, tal vez debido a campañas de sensibilización y el acceso a herramientas de protección como las tobilleras electrónicas, con 3.334 conexiones y reconexiones registradas durante este año.

Un 63% de las agresiones hacia las mujeres se originaron en sus parejas o exparejas, lo que evidencia que para muchos, el lugar donde deberían sentirse más protegidas continúa siendo el más amenazante. El restante 37% se refiere a familiares, un hecho que también afecta la dinámica de los ambientes más próximos.

Los rostros que se esconden tras las cifras

Al examinar los grupos de edad, se nota que el 42% de las víctimas son mujeres de entre 18 y 38 años, fases cruciales de la vida en las que se forjan planes personales y de la familia. No obstante, entre los hombres, la violencia impacta principalmente a los menores de 17 años, presentando un preocupante 37% en este grupo de edad. Esto genera interrogantes alarmantes: ¿de qué manera estamos resguardando a los más jóvenes de estas conductas violentas?

Un ejemplo de esta realidad es el de un joven que, después de reportar a su agresor, halló apoyo en su comunidad y en entidades gubernamentales. Sin embargo, no todas las narraciones concluyen con un fulgor de esperanza. Numerosas permanecen sepultadas bajo el temor o el silencio.

Delitos sexuales: un daño severo

En 2024, se registraron 2.724. denuncias por crímenes sexuales, tales como abuso, violación y agresión violenta al pudor. A pesar de que supone una ligera reducción del 0,18% en comparación con el año previo, la cifra continúa siendo impresionante. El 81% de las víctimas eran mujeres, con un predominio de 13 a 17 años, lo que resalta la vulnerabilidad de este periodo. Dentro de los hombres, el 55,7% de los afectados son menores de 12 años, una cifra que muestra la vulnerabilidad de los más pequeños.

Homicidios: el uso extremo de la violencia

Los asesinatos de mujeres no son simplemente delitos, sino la manifestación más profunda de una estructura de inequidad. Este año, 40 mujeres murieron, el 60% de ellas en situaciones de violencia intrafamiliar o de género. En 19 de estas situaciones, se utilizó el término feminidios, una palabra que nos impulsa a identificar una violencia que no es instintiva, sino sistémica.

Una información angustiosa: el 79% de las víctimas de feminicidio no había hecho denuncias anteriores. Esto resaltan la necesidad apremiante de interrumpir el ciclo del silencio y robustecer los mecanismos de prevención. Adicionalmente, el 30% de los feminicidas cometieron suicidio tras el delito, una tendencia que genera más interrogantes que respuestas acerca de las dinámicas psicológicas y sociales de dichas acciones.

El reto de transformar la realidad.

Cada diez días, en Uruguay, una mujer es asesinada o se trata de asesinarla debido a su estado de ser tal. Estos números, más allá de su fragilidad, requieren una reflexión intensa. ¿Qué acciones estamos implementando en sociedad para eliminar esta violencia? Las herramientas están disponibles, pero todavía requiere de la determinación para implementarlas con vigor.

La dedicación no puede ser meramente institucional. Es un reto cultural, que se inicia en el hogar, se fortalece en los centros educativos y debe impregnar cada esquina de la sociedad. Ya que cada número representa una vida, y cada vida tiene importancia.


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