Ricardo Jaime fue condenado por corrupción y su responsabilidad en el sistema ferroviario, marcado por una gestión descontrolada
Condenado por su responsabilidad en la tragedia de Once, Ricardo Jaime fue figura clave en los casos de corrupción del kirchnerismo en el transporte.
Ricardo Jaime y la sombra de la corrupción: entre coimas, condenas y la tragedia de Once
Ricardo Jaime, ex secretario de Transporte del kirchnerismo, es recordado no solo por su papel en la gestión del transporte argentino, sino también por su profunda implicación en actos de corrupción y en la tragedia ferroviaria de Once, que dejó un saldo de 51 muertos y más de 700 heridos el 22 de febrero de 2012. Este trágico evento expuso la desidia y las omisiones en los controles del transporte que Jaime debería haber garantizado mientras estuvo en funciones. Su cercanía con empresas concesionarias, como Trenes de Buenos Aires (TBA), le permitió un enriquecimiento ilícito mientras la seguridad del servicio público permanecía relegada.
Un funcionario favorecido y un sistema que colapsa
Durante su paso por la Secretaría de Transporte entre 2003 y 2009, Jaime mantuvo una relación con los empresarios del sector que iba mucho más allá de lo meramente institucional. Sin experiencia en la materia, llegó al cargo impulsado por su amistad con Néstor Kirchner y, desde entonces, su nivel de vida mejoró gracias a los “favores” de quienes deberían haber regulado. Los empresarios de TBA, entre otros, se encargaron de cubrir lujos para Jaime, en lo que pronto se consolidó como una cultura de intercambio: las coimas a cambio de escaso control y una inspección laxa.
Las graves consecuencias de esta política no tardaron en salir a la luz. El descubierto en los controles y la falta de inversión en la seguridad ferroviaria cobraron una dolorosa factura el 22 de febrero de 2012, cuando una formación del ferrocarril Sarmiento colisionó en la estación de Once. El Estado y los empresarios fueron designados por los sobrevivientes y familiares de las víctimas, quienes clamaron justicia. La condena de Jaime por administración fraudulenta llegó después de un juicio oral en el que recibió una pena de seis años de prisión, ampliada en una revisión posterior a ocho años, aunque esta decisión fue luego revertida por la Cámara de Casación.
Responsabilidades compartidas y un fallo de la Corte Suprema
Pese a que la tragedia sucedió tras su salida de la Secretaría de Transporte, el fiscal Raúl Pleé argumentó que Jaime debía ser condenado como garantía, señalando su papel en la gestión que permitió la degradación del servicio. La Corte Suprema, sin embargo, rechazó un recurso extraordinario presentado por Pleé para elevar la pena a ocho años, dejando firme la condena a seis años. La sentencia fue suscrita por los Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti, mientras que el juez Juan Carlos Maqueda se excusó de participar en la votación debido a una relación previa con Jaime en Córdoba.
Este fallo de la Corte cierra uno de los capítulos más sombríos en la carrera de Jaime, aunque aún enfrenta otras causas. Durante su mandato en la Secretaría de Transporte, Jaime fue un pionero en lo que respeta a la corrupción sistemática. En 2013, fue el primer ex funcionario kirchnerista en declararse prófugo de la Justicia, y poco después, admitió haber recibido sobornos, lo cual marcó un antes y un después en la narrativa de la corrupción durante el kirchnerismo.
Las coimas y el enriquecimiento personal
Ricardo Jaime confesó en 2015 que había recibido sobornos de empresarios a los que debía supervisar en su rol público. Ese mismo año, acordó una pena reducida, convirtiéndose en el primer funcionario en admitir la recepción de coimas durante su gestión. Sus actos de corrupción también incluyen acuerdos con la empresa Alstom para recibir sobornos en relación con el fallido proyecto del Tren Bala. Desde entonces, fue condenado en múltiples causas por corrupción, incluyendo una investigación por la adquisición de trenes en desuso de España y Portugal. Estos delitos le valieron una condena de seis años y 11 meses de prisión, de los cuales cumplió seis años, 11 meses y 16 días en la cárcel de Ezeiza.
Tras pasar casi siete años detenido, Jaime fue liberado en marzo de 2023, aunque sigue bajo monitoreo mediante una tobillera electrónica y aún enfrenta cargos en otras causas de corrupción, como el caso de los Cuadernos de las coimas. Su situación legal continúa siendo incierta, pero su legado en el área de transporte deja una marca imborrable en la historia de corrupción en Argentina.
El legado de la tragedia de Once y la impunidad
La confirmación de su condena por la Corte Suprema refuerza el mensaje de que la impunidad no puede perdurar, especialmente cuando la corrupción termina cobrando vidas. La tragedia de Once se erige como un símbolo del abandono estatal y de la corrupción que afectó a miles de usuarios del sistema ferroviario. La falta de controles, la complicidad de los empresarios y la inacción de los funcionarios, como Jaime, evidencian un sistema donde el bienestar público quedó en segundo plano frente a la ambición de quienes debían protegerlo.
El caso de Jaime es un recordatorio de las consecuencias de una administración corrupta, y el fallo reciente deja en claro que, aunque tarde, la justicia puede actuar frente a la negligencia y el desprecio por la vida humana.
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