El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, ha emitido este viernes por la mañana su voto en una poco frecuente segunda vuelta de las elecciones presidenciales del país, en las que se enfrentan el candidato reformista Masud Pezeshkian y el conservador Said Jalili tras la convocación anticipada de los comicios por la muerte en mayo de Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero, todo ello después de que el primero de ellos se impusiera en una primera ronda marcada por una participación en mínimos históricos.
Pezeshkian, el único reformista entre los seis candidatos que recibieron la aprobación del Consejo de Guardianes –cifra reducida a cuatro finalmente tras la retirada de los ultraconservadores Amirhosein Qazizadé Hashemi y Alireza Zakani en un esfuerzo por aglutinar el voto conservador–, logró hacerse con la victoria en la votación con el 42,5 por ciento de los votos.
Por detrás de él quedó Jalili, quien obtuvo cerca de un millón de votos menos y tuvo que conformarse con el 38,6 por ciento de los apoyos, según afirmó el portavoz de la comisión electoral, Mohsen Eslami, quien cifró la participación en el 40 por ciento, la más baja en unas presidenciales desde el establecimiento de la República Islámica tras la revolución de 1979.
La victoria de Pezeshkian, quien sin embargo no logró apoyos suficientes como para imponerse en primera vuelta –para lo que un candidato debía obtener más del 50 por ciento de las papeletas–, supuso la materialización de un respaldo a un discurso crítico con la situación social y económica, incluida su oposición del uso obligatorio del velo y una apuesta por un acercamiento a la comunidad internacional de cara a reactivar el acuerdo nuclear de 2015.
Por su parte, Jalili se consolidó como el favorito entre los otros candidatos conservadores que intentaron alcanzar la Presidencia, después de que Mohamed Baqer Qalibaf –cuyas aspiraciones se vieron dañadas por las acusaciones por corrupción y los escándalos políticos– y Mostafá Purmohamadi, quedaran por detrás de él y por tanto apartados de la segunda vuelta.
La posibilidad de que Pezeshkian pudiera acceder a una segunda ronda e incluso hacerse con la victoria fue ganando fuerza durante los días previos a la votación y llevó a Hashemi y Zakani a apartarse y a pedir a Jalili y Qalibaf que unieran sus fuerzas para materializar lo que describían como la «victoria de la revolución», ante la línea más crítica mantenida por el reformista.
El político, quien ocupa en la actualidad un escaño en el Parlamento por la ciudad de Tabriz (noroeste), recibió el visto bueno del Consejo de Guardianes tras el proceso de veto de candidaturas y concurrió por primera vez a la Presidencia, tras retirarse en 2013 de la carrera sin apoyar a nadie y ser descalificado por este mismo organismo en 2021, cuando Raisi se hizo con la victoria.
Durante la última semana, Pezeshkian ha reforzado sus mensajes afirmando que «el Gobierno no debería intervenir en la cuestión del hiyab» y que si la cuestión queda en manos de Policía y Judicatura, «se van a crear más problemas», en medio del endurecimiento de la postura de las autoridades sobre la aplicación del código de vestimenta tras la oleada de manifestaciones desatadas en septiembre de 2022 tras la muerte bajo custodia de Mahsa Amini, detenida por supuestamente llevar mal puesto el velo.
Por su parte, Jalili ha aprovechado los dos debates televisados de estos últimos días para insistir en su compromiso de hacer frente a las sanciones impuestas por Estados Unidos después de que Washington se retirara de forma unilateral del acuerdo nuclear de 2015 y de aplicar una «postura proactiva» a la hora de hacer frente a estas medidas, que han causado importantes dificultades a la economía iraní.
LA FIGURA DE PEZESHKIAN
Pezeshkian, un médico de 69 años de padre azerí y madre kurda, lleva más de 20 años en política, a la que entró después de participar en la guerra con Irak (1980-1988) y después de dirigir en los noventa la Universidad de Ciencias Médicas de Tabriz. Así, en el año 2000 se convirtió en viceministro de Sanidad durante la Presidencia del reformista Mohamad Jatami, quien un año después le nombró como titular de la cartera. Posteriormente, entró a formar parte del Parlamento en 2008, organismo del que llegó a ser vicepresidente entre 2016 y 2020.
En esta ocasión, presentó su candidatura a la Presidencia y se convirtió posteriormente en el único reformista en pasar el corte, lo que le llevó a recabar importantes apoyos en este espectro político, especialmente el del expresidente Hasán Rohani, quien ocupó el cargo entre 2013 y 2021, cuando fue reemplazado por Raisi.
Desde entonces, ha reiterado su respaldo a los principios de la República Islámica y ha abogado por respetar las líneas fijadas por el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, quien sin embargo durante la campaña de cara a la primera vuelta se mostró veladamente crítico con el reformista e impulsó el voto a candidatos conservadores, disgregados en varios frentes.
Sin embargo, es conocido por su postura crítica a la dura represión contra el Movimiento Verde tras las elecciones presidenciales de 2009, en las que la oposición denunció un fraude para favorecer la reelección del conservador Mahmud Ahmadineyad, y contra las protestas tras la muerte de Amini, que se saldaron con cientos de muertos.
De hecho, durante dichas movilizaciones, consideradas como uno de los mayores desafíos al estamento clerical desde 1979, llegó a afirmar que las autoridades eran responsables de la situación. «Es nuestra culpa. Queremos aplicar la fe religiosa a través del uso de la fuerza. Eso es científicamente imposible», sostuvo.
JALILI, UN ANTIGUO NEGOCIADOR NUCLEAR
Por su parte, Jalili, de 58 años, es considerado como el favorito de Jamenei tras varias décadas ocupando puestos de gran relevancia en el seno de la República Islámica, incluido un periodo como director de planificación política en la oficina del líder supremo en la primera década del siglo y su actual puesto como uno de los dos representantes de Jamanei en el Consejo Supremo de Seguridad Nacional.
Asimismo, fue viceministro de Exteriores entre 2005 y 2007 y el encargado de encabezar el equipo negociador nuclear entre 2007 y 2013, bajo la Presidencia de Ahmadineyad, cuando mantuvo una postura firme el defensa de los avances en este campo por parte de Irán. Finalmente, el acuerdo fue firmado dos años después, ya con Rohani al frente del país.
Jalili –quien fue además miembro de la fuerza paramilitar Basij de la Guardia Revolucionaria durante la guerra con Irak, en la que perdió parte de una pierna– se ha presentado en tres ocasiones a la Presidencia, quedando tercero en 2013 –por detrás de Rohani y de Qalibaf– y retirándose en 2021 para apoyar la candidatura de Raisi, principal candidato de los ultraconservadores y a la postre vendedor ante la ausencia de caras entre los reformistas.
En este caso, ha concurrido a las urnas como uno de los favoritos en el sector conservador después del aumento del peso del Frente Paydari, al que está asociado, tanto en la Administración como en el Parlamento, si bien Qalibaf siguió siendo presidente del organismo, si bien afectado por numerosas acusaciones de corrupción.
Las elecciones, marcadas por los llamamientos de las autoridades para una alta participación, romperán en cualquier caso el ciclo político que se ha mantenido desde 1989, cuando presidentes de corte conservador y moderado se han sucedido tras completar sus dos mandatos de cuatro años, tal y como pasó con Alí Akbar Hashemi Rafsanyani (1989-1997), Jatami (1997-2005), Ahmadineyad (2005-2013) y Rohani (2013-2021).
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