Síntomas como dolor de cabeza, escalofríos y fatiga tras la vacunación contra la COVID-19 pueden ser evidencia de una defensa sobrecargada, según un estudio liderado por la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos).
Una de las razones más comunes para evitar la vacuna COVID es la preocupación por los efectos secundarios, como cansancio, dolores musculares y articulares, escalofríos, dolor de cabeza, fiebre, náuseas y malestar general. Pero este nuevo estudio encontró que los síntomas indican una respuesta inmune sólida que probablemente reduce las posibilidades de infección.
El estudio, publicado en Annals of Internal Medicine, se basa en informes de síntomas y respuestas de anticuerpos de 363 personas que recibieron las vacunas de ARNm de Pfizer-BioNTech o Moderna cuando se introdujeron por primera vez.
Después de la segunda dosis de la vacuna, los investigadores encontraron que aquellos con siete o más síntomas tenían casi el doble de niveles de anticuerpos que aquellos que no tenían síntomas. La mayoría de los participantes tenían entre cuarenta y sesenta años y no habían contraído el virus.
Alrededor del 40% de las personas en el estudio también utilizaron un dispositivo para controlar la temperatura, la respiración y la frecuencia cardíaca. Los investigadores descubrieron que aquellos cuya temperatura de la piel aumentó 1 grado Celsius después de la segunda dosis tenían niveles de anticuerpos tres veces más altos seis meses después, en comparación con aquellos cuya temperatura no aumentó. Sin embargo, la ausencia de efectos secundarios no significa que la vacuna no esté funcionando.
«En general, descubrimos que cuanto mayor es el número de efectos secundarios, mayor es el nivel de anticuerpos», dijo el primer autor, Ethan Dutcher, investigador postdoctoral en el Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la UCSF y el Instituto Weill de Neurociencias. «Pero esta no era una regla estricta: algunas personas sin efectos secundarios tenían mejores anticuerpos que otras personas con efectos secundarios».
A medida que el virus ha evolucionado y las tasas de mortalidad han disminuido, muchas personas subestiman su impacto. «El costo de la COVID sigue siendo alto para algunos: enfermedades, pérdida de empleo, fatiga duradera y la temida COVID prolongada», recuerda la coautora Elissa Epel, vicepresidenta del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la UCSF. “Aunque los síntomas de la vacunación pueden ser muy desagradables, es importante recordar que no se acercan a las posibles complicaciones de la enfermedad”, insiste.
«Dado que es probable que las vacunas COVID-19 hayan llegado para quedarse, seguirá siendo importante identificar qué predice una fuerte respuesta de anticuerpos», concluye el coautor principal Aric Prather, profesor del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la UCSF.
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