Lacalle deja en vilo a exobreros de Salto Grande por más de 9 horas sin recibirlos

Exobreros esperan bajo el sol desde las 9 a.m. sin ser recibidos por el presidente; una mujer se desmaya tras larga espera.

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Exobreros de Salto Grande, ignorados y desamparados por el gobierno
Tras horas de espera, exobreros de Salto Grande enfrentan la indiferencia oficial y la desesperación.


El sol implacable de la mañana no fue tan inclemente como la fría sombra de desinterés que proyectó la Torre Ejecutiva sobre los exobreros de Salto Grande. Desde las 9 de la mañana, con la esperanza como estandarte, estos hombres y mujeres, héroes olvidados del progreso nacional, se agolparon en la sede presidencial, ansiando ser escuchados por el mandatario. Sin embargo, la única respuesta fue la dilación: recién a las 5 de la tarde, el reconocimiento a su presencia se materializó en forma de representantes secundarios, no en el encuentro prometido con el líder de la nación.

La jornada, marcada por la adversidad, añadió un capítulo más a su narrativa de desatención cuando una mujer, parte de la delegación venida desde Salto, se desvaneció, vencida por el agotamiento y el calor. Solo entonces la urgencia pareció tangible a ojos de las autoridades, cuando una unidad de emergencia médica tuvo que intervenir. Este incidente es un símbolo de la situación límite que enfrentan los exobreros: un colapso ante la inacción gubernamental.

Los representantes del presidente, con palabras que suenan a eco de buenas intenciones, informaron que el proyecto de reparación está "en evaluación", una frase que resuena en el vacío de compromisos incumplidos. Mientras tanto, el gobierno, asediado por crisis y sospechas de corrupción, parece haber relegado a los exobreros a un segundo plano, olvidando que son ellos los que con su sudor y esfuerzo contribuyeron a edificar la grandeza de la represa de Salto Grande.

El coordinador Mario De Los Santos, con un mensaje teñido de emoción y firmeza, ha sabido poner palabras al sentimiento de abandono que embarga a sus compañeros. La dignidad de la lucha de los exobreros contrasta con la indignidad de un gobierno que aún no ha movido un dedo para resolver su situación. Cada semana que pasa sin una solución, otro exobrero se suma a la lista de aquellos que han partido sin ver la justicia.

Mujer desfallece después de extensa espera para ser atendida, reflejando la angustia de los exobreros.


Es imperativo que la administración de Lacalle Pou comprenda que la inercia es la peor respuesta posible. La indolencia tiene un costo humano que se refleja en cada rostro curtido por el trabajo duro y cada vida marcada por la espera. El presidente, sus asesores y el gabinete deben actuar con la celeridad que el caso amerita. La reparación no es un asunto que pueda ser relegado a un segundo plano, es una deuda pendiente que clama por ser saldada.

Los exobreros de Salto Grande no piden favores; exigen el reconocimiento que les corresponde. La solidaridad y la justicia no pueden ser postergadas en un laberinto burocrático. Es tiempo de que el gobierno responda con acciones, no con más palabras al viento. La espera ha terminado; los exobreros merecen ser escuchados, merecen una resolución. La historia juzgará la respuesta de los que hoy tienen el poder de cambiar el curso de esta injusticia. Que no sea la indiferencia lo que defina este capítulo de la nación.

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