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Estratosféricas nubes nacaradas iluminan el cielo ártico, destacando los hielos perpetuos con la cálida luz del amanecer. |
Investigadores han descubierto un fenómeno atmosférico que podría explicar por qué las regiones polares de la Tierra se están calentando más rápidamente que lo proyectado por los modelos climáticos actuales. El estudio, realizado por un equipo de la Universidad de Nueva Gales del Sur, destaca la influencia de las nubes estratosféricas sobre el Ártico como un posible factor en las discrepancias observadas entre el calentamiento polar esperado y los registros de temperatura reales.
Desde el comienzo de la Revolución Industrial, hemos sido testigos de un incremento en la temperatura promedio de la superficie terrestre. Sin embargo, este cambio climático ha tenido un impacto desproporcionado en los polos, donde el calentamiento es mucho más pronunciado que en otras partes del mundo. A pesar de que los modelos climáticos modernos contemplan este aumento, frecuentemente subestiman la magnitud real del calentamiento en las zonas polares. Esta subestimación se hace aún más evidente al mirar hacia el pasado geológico de la Tierra, en épocas como el Eoceno, cuando los niveles de gases de efecto invernadero eran considerablemente altos.
La importancia de este descubrimiento radica en su implicación para las proyecciones futuras del clima. Si los modelos climáticos actuales no logran capturar adecuadamente el calentamiento polar histórico, existe un riesgo real de que también estemos subestimando los efectos futuros y los riesgos asociados, como el derretimiento del permafrost y de los casquetes polares.
El equipo liderado por la doctora Deepashree Dutta se centró en las nubes estratosféricas polares, un componente atmosférico que a menudo es omitido en los modelos climáticos. La inclusión de estas nubes en las simulaciones puede ser la clave para entender el calentamiento polar adicional que se ha registrado. Las nubes estratosféricas, también conocidas por su belleza como nubes nacaradas, se forman a grandes alturas y en condiciones extremadamente frías sobre los polos. Actúan de manera similar a los gases de efecto invernadero, reteniendo calor que de otra manera escaparía al espacio y contribuyendo así al calentamiento de la superficie terrestre.
La doctora Dutta y su equipo utilizaron modelos climáticos avanzados para simular las condiciones atmosféricas del Eoceno temprano, una época en la que la Tierra experimentó temperaturas mucho más altas y los polos permanecían libres de hielo durante todo el año. El análisis de estos modelos demostró que, en esa época, el incremento en los niveles de metano llevó a una formación más frecuente de nubes estratosféricas polares, lo que a su vez podría haber causado un aumento de hasta 7°C en la temperatura superficial durante los meses de invierno más fríos.
Este hallazgo reduce la discrepancia entre las temperaturas polares predichas por los modelos climáticos y las evidencias extraídas de los registros climáticos antiguos. Además, al comparar las simulaciones del Eoceno con proyecciones futuras, se encontró que no solo el metano, sino también la disposición continental y la orografía de la Tierra son factores cruciales en la formación de estas nubes.
Aunque esta investigación aclara parte del misterio que rodea al clima de la Tierra de hace millones de años, también plantea preguntas importantes sobre nuestras proyecciones climáticas futuras. "Es posible que nuestras predicciones actuales no sean lo suficientemente cálidas", advierte el coautor Martin Jucker. No obstante, según los investigadores, es improbable que se produzca un aumento significativo en la formación de nubes estratosféricas en el futuro, dado que la disposición continental actual no es propicia para ello.
Este estudio no solo aporta una comprensión más profunda de los complejos mecanismos que regulan nuestro clima, sino que también resalta la necesidad de considerar