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La 'Rueda de Ezequiel', un fósil marino de 420 millones de años, revela su secreto como un cefalodisco planctónico, Rotaciurca superbus, en un estudio de Yale. |
7 Nov. (EUROPA PRESS) - Un equipo de paleontólogos de la Universidad de Yale ha resuelto un enigma paleontológico al identificar un peculiar fósil, apodado 'Rueda de Ezequiel' por su insólita forma, como una especie marina que flotaba en el plancton hace unos 420 millones de años.
El fósil, que capturó la fascinación de Samuel J. Ciurca Jr., curador afiliado del Museo Peabody de Yale hasta su fallecimiento en 2021, fue descubierto en las formaciones silúricas del norte de Nueva York y el sur de Ontario. Ciurca, quien acumuló una impresionante colección de fósiles, encontró en la 'Rueda de Ezequiel' su ejemplar más enigmático, inspirado en la visión bíblica de un carro celestial.
Estos fósiles, de no más de 1,90 centímetros de longitud, presentan una estructura circular compuesta por tubos radiales dispuestos en niveles concéntricos, evocando la imagen de una rueda.
El estudio, publicado en la revista Current Biology por Derek Briggs y su colega Mongiardino Koch, ahora en la Universidad de California en San Diego, revela que la 'Rueda de Ezequiel' es un cefalodisco, un pariente lejano de los hemicordados presentes en los océanos actuales. Estos organismos, aunque escasos hoy en día, tuvieron una presencia notable en el plancton del Paleozoico, especialmente los graptolitos, fundamentales para la correlación de secuencias sedimentarias.
La peculiaridad de este cefalodisco radica en su adaptación flotante, una estructura cónica única que le permitía habitar en el plancton, una característica no observada en otros miembros de su clase, que tradicionalmente se consideraban exclusivos del lecho marino.
El nombre científico otorgado al fósil, Rotaciurca superbus, rinde homenaje a su descubridor (Ciurca), a su forma de rueda (rota) y a su singular belleza (superbus). Además, se le ha clasificado dentro de una nueva familia extinta, Ezekielidae, subrayando su distinción dentro de los cefalodiscos.
Este descubrimiento no solo aclara un misterio de larga data sino que también proporciona una ventana única a la evolución de la vida marina y a las estrategias de supervivencia en el plancton durante el Silúrico.