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Cambios en la CTM encuentran resistencia entre allegados a German Coutinho, poniendo a prueba la voluntad política del gobierno. |

La situación actual en la CTM es más que una cuestión de personal. Es un reflejo de una práctica clientelística que permea algunos estratos de la política, donde el mérito y la competencia quedan relegados ante la lealtad y el compadrazgo. Este escenario es inquietante, no solo por la persistencia de los involucrados en mantenerse 'prendidos de la teta del estado', sino por la señal que esto envía a la sociedad sobre la ética en el servicio público.
Fuentes políticas señalan que sin una presión significativa desde el gobierno, la probabilidad de que estos individuos abandonen voluntariamente sus puestos es escasa. Esta resistencia a la salida voluntaria de cargos obtenidos discrecionalmente, según la información recogida por Salto Al Día, mancha la imagen de la institución y pone en duda la efectividad de las medidas tomadas por las autoridades para limpiar la casa.
El gobierno, por su parte, parece estar procesando los reclamos del Parlamento en relación con las denuncias sobre las prácticas clientelistas en la gestión de la delegación uruguaya de la CTM. No obstante, la firmeza de las acciones gubernamentales ha sido cuestionable, dado que, a pesar de los llamados unánimes de la Cámara de Diputados para cesar los contratos discrecionales y la solicitud de renuncia a los miembros políticos de la delegación, los movimientos han sido tibios.
El presidente Luis Lacalle Pou ha expresado su discrepancia con algunas de estas mociones, aunque es evidente que el curso de acción del gobierno no coincide plenamente con la voluntad legislativa. Mientras tanto, El País informa que, aunque se han revisado los contratos, muchos de los nombramientos directos continúan intactos.
La situación de Pablo Constenla, quien recientemente presentó su renuncia, se presenta como un caso aislado de decencia que debería ser la norma y no la excepción. Su acto de renuncia voluntaria resalta aún más la inmovilidad de sus colegas, que continúan aferrados a sus beneficios como si fueran un derecho adquirido en lugar de un privilegio conferido.
Esta editorial no solo critica la falta de acción decisiva por parte del gobierno sino que también llama a una reflexión colectiva sobre el tipo de servicio público que queremos. La CTM y las figuras políticas involucradas tienen ahora la oportunidad de demostrar que están a la altura del cambio que la sociedad uruguaya merece y necesita. Es hora de desapegarse de la 'teta del estado' y permitir que la CTM y sus prácticas se alineen con los principios de transparencia, competencia y servicio al ciudadano.