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La pensión graciable que se le ha concedido a Hugo Fernández Faingold no solo es para él sino que también se extiende a sus familiares directos en "notoria necesidad económica". |
La Cámara de Senadores de Uruguay recientemente aprobó una pensión graciable para Hugo Fernández Faingold, exvicepresidente del país y embajador. La decisión, que se tomó unánimemente, ha suscitado críticas y cuestionamientos sobre el papel del senador Germán Coutinho en la iniciativa.
Fernández Faingold, de 76 años, ha tenido una carrera política y académica distinguida. Sirvió como vicepresidente de la República entre 1998 y 2000, ministro de Trabajo de 1985 a 1989 y embajador de Uruguay en Estados Unidos entre 2000 y 2005. Sin embargo, la pensión graciable que se le ha concedido no solo es para él sino que también se extiende a sus familiares directos en "notoria necesidad económica".
La iniciativa legislativa, tratada como "grave y urgente" por el Senado, recibió el apoyo unánime de los 28 senadores presentes. Pero aquí es donde entra la figura controvertida del senador Germán Coutinho. Coutinho, quien ha sido criticado en el pasado por su manejo de los fondos públicos, parece estar una vez más utilizando los recursos del pueblo para beneficiar a sus amigos y aliados políticos.
Es vital subrayar que nadie discute ni se alegra por el estado de salud o económico de Fernández Faingold. Sin embargo, Coutinho y sus partidarios deberían considerar donar parte de sus propios salarios para ayudar a Faingold, en lugar de obligar a los uruguayos a financiar una pensión que es vitalicia y que beneficiará a las futuras generaciones de la familia Faingold.
La justicia de Salto ha perdonado a Coutinho en el pasado, pero eso no significa que sus acciones sean éticas o justas. Utilizar los fondos públicos para ayudar a amigos y aliados políticos es una práctica que debería ser condenada, no aplaudida.
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